miércoles, 17 de febrero de 2010

ENVIDIA 2

Cada cristiano es llamado a ser especial, santo y excelente (1 Ped. 2:9) y a servir al todo el Cuerpo ,no precisamente negando la propia individualidad, sino afirmándola como don de Dios (1 Ped. 4:10). La iglesia de Jesucristo no es una masa amorfa y uniforme sino un organismo delicadamente equilibrado con una apasionante especialización de sus partes (1 Cor. 12)

REMEDIO PARA LA ENVIDIA : JESUCRISTO

¿Cual es el remedio para la envidia? Hay una bonita historia de una mujer que estaba convencida de que la cruz (desgracia) que tenía que soportar no era la más adecuada para ella y pidió a Dios que le diera otra diferente. El Señor la invitó a a seleccionar la que más le conviniera entre las que había en un almacén. La buena señora buscó y buscó desechando esta por demasiado pesada aquella por demasiado incómoda hasta que llegó a una que le pareció la más adecuada para ella. "Esta" Exclamó. "Muy bien " "Tómala" dijo Dios "Esta es precisamente la que yo te había asignado".
Es verdad que si consideramos la vida de nuestro prójimo que nos parece tan maravillosa y feliz, tal vez nos sorprenda comprobar la cantidad de tristezas y penurias escondidas que nosotros seríamos incapaces de soportar. Pero esto no nos sirve como remedio para la envidia porque en realidad es más de lo mismo ya que lo único que hacemos es auto-convencernos de que el prójimo no tiene nada por lo que debamos envidiarle.
La verdadera victoria contra la envidia se consigue cuando somos capaces de aceptar como un hecho la buena fortuna de los demás y estar felices por ello sin necesidad de buscarnos subterfugios. "Alégrate con los que se alegran" y "llora con los que lloran" dice la Escritura.
Esta semejanza con Cristo procede unicamente de estar "completos en El" en quien "Habita la plenitud de la Divinidad corporalmente" (Col. 2: 9-10).
Todo pecado es "mortal".No hay ningún antídoto para la picadura mortal del escorpión (del pecado). No es antídoto más LEY , que es lo único a lo que muchos acuden en busca de ayuda para este y otros pecados. Solamente hay un remedio para la envidia: el divino Antídoto, Jesucristo, que se entrega a sí mismo a nosotros en su Palabra , en el Bautismo y en su Cena.

KURT MARQUART Teólogo luterano

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