martes, 26 de octubre de 2021

El Dios escondido

 El hombre Jesucristo es la Palabra visible ( verbum visibile). El que ve a Jesús, ve a Dios tanto como puede verse en este mundo.

Si Dios se revela, quiere hacerse visible, no puede mostrarse como es El, no puede mostrar su gloria, tal cual, ningún ser humano podría soportar ver esa gloria (Deus nudus). Elige la naturaleza humana para esconderse de modo que la encarnación es tanto una revelación de Dios como  un ocultamiento de su gloria. El Dios escondido (Deus absconditus), el Dios eterno e invisible que está por nosotros se convierte en el Dios revelado (Deus revelatus) en Jesucristo . Esta revelación, está manifestación, porque eso es lo que significa revelación es al mismo tiempo un ocultamiento.

Por esto es que LUTERO habla de Dios como escondido de dos modos- Dios se oculta hasta el punto de que Él no se ha revelado y Dios se oculta cuando se revela en Jesús. Cuando Dios se hizo hombre Él se estaba revelando y al mismo tiempo se estaba escondiendo. 

En ninguna parte Dios se esconde y cubre más que en la  Pasión. Getsemani y el grito de abandono en la cruz hace pedazos todo intento de tergiversar el Evangelio y convertirlo en una triunfante epifanía de un Salvador-dios al modo de las viejas religiones mistericas o una historia épica más. 

Con demasiada frecuencia la teología de gloria ha intentado retorcer el Evangelio. Por ejemplo, los milagros se han entendido mal en este sentido. No cabe duda que Jesús manifestaba su gloria con ellos, como se dice en el relato de las bodas de Canan, donde se dice esplícitamente " Que sus discípulos creyeron en Él", no los invitados ni tampoco los cinco mil a los que dio de comer, ni los enfermos a los que sanó  ni siquiera lo muertos a los que resucitó creyeron en Él. Desde luego, estos milagros eran tanto una revelación como un ocultamiento de su majestad divina, solamente con fe vieron su gloria los discípulos. Incluso la resurrección de Jesús tampoco fue una demostración delante del mundo. La tumba vacía, como tal, no convenció a nadie que no creyera ya. Todo podía tener una explicación, incluso las curaciones, Mat 27:64 y Lucas 11:28.

La fe siempre trata de lo que está escondido. Incluso la fe de los apóstoles y de la iglesia apostólica en que Jesús es Señor es fe en su gloria escondida, en el Dios escondido por la encarnación, en el Dios verdadero con forma de hombre. Sin embargo en ningún lugar este ocultamiento es más profundo que en la cruz. 

Traducido y adaptado del libro- We Confess-, autor Hermann Sasse





 


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sábado, 23 de octubre de 2021

Jesús priceless treasure Uno : El nacimiento virginal.

Jesús nació de la virgen María. Pocas afirmaciones han tenido tanto impacto en la historia humana, es decir que Dios se hizo hombre y nació de una virgen. La historia cambió en ese momento cuando se cumplió lo que había sido prometido en el principio de los tiempos. Cuando Adán y Eva fueron expulsados del jardín del Edén con suma vergüenza y pesar, por desobedecer la Palabra de Dios, Dios les prometió un Salvador. Cuando maldijo a Satan proclamó a la humanidad el Primer Evangelio.

En Génesis 3:15 leemos

Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya, esta te herira en la cabeza y tú la heriras en el talón. 

La profecía significaba que el Salvador (la simiente de Eva) aplastaria a Satan (su simiente), y que Satan le heriria. Cuando Satan uso sus fuerzas para crucificar a Cristo, el inocente Cordero de Dios, el Salvador Jesús aplastó el pecado, la muerte y al mismo Satan. 

Porque Adán y Eva pecaron contra la Palabra de Dios, sus hijos heredamos y transmitimos lo que llamamos pecado original. El término pecado original quiere decir que todas nuestras acciones, palabras y pensamientos están teñidos de egoísmo, egocentrismo, codicia y lujuria. Es verdad que la humanidad es capaz de producir nobles pensamientos y consejos llenos de sentido común, pero la historia humana está llena de vergüenzas, asesinatos, locuras y falsedades. No podemos negar el pecado original cuando nos damos cuenta de las veces que no cumplimos nuestras propias promesas, violamos nuestros propios principios y nos rebelamos contra los mandamientos de Dios a pesar de que sabemos que Dios manda lo que es mejor para nosotros. 

Traducido y adaptado del libro "Jesús, priceless treasure" del pastor luterano Gregory L. Jackson. 

Las citas bíblicas están tomadas de la versión Reina-Valera de 2020.